A priori, puede parecer que poco tiene que ver una bañera con un pueblo arrasado por un terremoto en Sicilia, o un lavabo con dos premios Nobel, pero cuando se juntan
Joan Fontcuberta y
Jordi Bernadó puede pasar cualquier cosa. Y así pudieron constatarlo los asistentes al singular evento
«Art meets Architecture» en Barcelona organizado por
Laufen, la marca suiza de productos
Premium para el baño.
Laufen lleva varios años promoviendo encuentros entre el diseño, el arte y la arquitectura; apostado por algunos de los diseñadores y artistas más destacados del sector para abrir un diálogo entre la sobriedad de lo utilitario y la poesía de las formas exquisitas, casi arquitectónicas.
En este último encuentro,
Joan Fontcuberta y
Jordi Bernadó, dos grandes fotógrafos, auténticos prestidigitadores de la imagen y maestros de la ironía, abrieron un diálogo entre la arquitectura y el arte en el que repasaron sus respectivas carreras dominadas por los juegos de percepción, cada uno desde su particular manera de entender la práctica artística.
Joan Fontcuberta y Jordi Bernadó en Art meets Architecture. Fotografía por Roger Castello.
Joan Fontcuberta, galardonado con el Premio Internacional Hasselblad, considerado el Nobel de la fotografía, ha basado gran parte de su trabajo en cuestionar la veracidad de la fotografía. Sus proyectos más populares abordan la verosimilitud, juegan con la confusión entre realidad y ficción, siempre con grandes dosis de sentido del humor. Entre sus últimos proyectos destacan las grandes composiciones realizadas con fotocerámica, como el proyecto Gibellina Selfie, un fotomural realizado a partir de los autorretratos de los habitantes de la localidad siciliana de Gibellina, que en 1968 fue arrasada por un devastador terremoto de gran magnitud; o el proyecto en curso sobre las ciudades en miniatura, en las que las imágenes de los monumentos y edificios a escala de 1:20 a 1:50, aparentemente tan reales, se superponen con otra capa de realidad, apenas vislumbrada gracias a algún mínimo detalle. En sus fotos, nada es lo que parece.
Joan Fontcuberta y Jordi Bernadó en Art meets Architecture. Fotografía por Roger Castello.
Por su parte, muchos de los trabajos fotográficos por
Jordi Bernadó están ligados a la arquitectura y el paisaje. Sus imágenes retratan edificios, interiores o paisajes que convierte en escenografías teatrales, como el proyecto One Way, una serie de retratos en los que, precisamente, lo que no salen son las caras de los protagonistas (entre ellos los de dos premios Nobel, un conocidísimo cineasta y una reputada bióloga), fotografiados de espaldas y a gran distancia. Son fotos llenas de narrativas, pero también de ficciones y de una gran carga de ironía. Su principal interés es explorar las diferentes capas del lenguaje fotográfico, porque la fotografía dice lo que dice, pero también puede decir muchas otras cosas.
A lo largo del debate,
Joan Fontcuberta y
Jordi Bernadó expusieron cada uno el valor que dan a las imágenes, y el lugar que estas ocupan en el mundo. Para Fontcuberta, lo que más le interesa es generar duda en el espectador, erigirse en una especie de abogado de la duda, puesto que es de la opinión que tenemos una excesiva confianza ciega en las imágenes. Aboga por un espectador emancipado, en palabras de Jacques Rancière, un espectador atento que sea capaz de escarbar más allá de las apariencias e ir al grado cero del lenguaje visual. Ni las palabras ni las imágenes significan nada por sí mismas, según Fontcuberta, sino que dependen de un determinado contexto, de una determinada intención, de un determinado entorno cultural que hace que estas imágenes sean comprensibles. Las fotografías, por naturaleza, son polisémicas, quieren decir muchas cosas. Por esa razón habría que evitar caer en el dogma, en la credulidad y adoptar un cierto escepticismo, una cierta desconfianza hacia lo que vemos. Y esto lo demuestra ampliamente con sus proyectos iniciales, como Constelaciones, una serie de evocadoras fotografías de un cielo estrellado que resultan ser, en realidad, fotografías en negativo de mosquitos aplastados en el parabrisas de un coche.
Bernadó, por su parte, prefiere que la fotografía se convierta en un momento memorable, tanto para quien hace la foto como para el fotografiado, que las imágenes quieran decir algo más de lo que se ve a simple vista. En este sentido discurre uno de sus proyectos más recientes, Writing West, un recorrido de costa a costa de Estados Unidos marcado por la promesa de un nombre en el mapa: desde Jupiter (Florida), hasta Paradise (California), pasando por Venus (Florida), Paris (Texas), Paradox (Texas), o Love (también en Texas), entre muchos otros, sitios donde esta promesa contrasta con la realidad. En el caso de los encargos de las fotografías de arquitectura, Bernadó defiende una nueva manera de cumplir con ese encargo: ya no es suficiente con documentar un edificio, sino que la fotografía puede también incitar sorpresa, provocar algo más que un mero hecho documental.
Un tema, la fotografía de arquitectura, que
Joan Fontcuberta aprovecha también para preguntarse sobre todos esos edificios que han sido concebidos pensando en que, una vez terminados, darán buenas imágenes reproducidos en las revistas especializadas, diseñados con el objetivo de ser fotogénicos.
Ante la siempre controvertida cuestión de si hay exceso o no de imágenes en nuestra sociedad, tanto
Fontcuberta como
Bernadó se muestran, por un lado, a favor de esta democratización de la fotografía, antes reservada solo para profesionales, que ha pasado a ser un lenguaje universal. Por otro lado, en cambio, una avalancha de imágenes como la que tenemos hoy en día puede ser preocupante en la medida en que substituyen a la realidad y nos alejan de aquello tangible, de lo verdadero, para suplantarlo para unas ficciones que nos alienan.
Este diálogo entre dos grandes de la fotografía y el arte, enmarcado también en el ámbito de la arquitectura, significa un paso más en la colaboración continuada de Laufen con el mundo de la cultura, la arquitectura, el diseño y el arte. Porque este tipo de colaboraciones hacen posible la innovación en la industria. El compromiso de Laufen es seguir apostando por este tipo de actividades de las que todos; tanto los propios artistas, como el público, se benefician mutuamente del intercambio de ideas y reflexiones. Así que sí, podemos afirmar que se pueden relacionar dos premios Nobel con un lavabo, y una ciudad arrasada por un terremoto con una bañera.